ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Educación temprana violencia y desarrollo del kinfante


Enviado por   •  27 de Agosto de 2019  •  Ensayos  •  2.702 Palabras (11 Páginas)  •  87 Visitas

Página 1 de 11

Instituto Superior de Formación Docente 802[pic 1][pic 2][pic 3][pic 4]

Profesorado de Educación Especial con Orientación en Discapacidad Intelectual

Tercer Año

Educación Temprana

 

Profesora:

  • Hernandez, Ayelen.

Estudiantes:

  • Escalada, Celeste.
  • Jordana,Silvia.
  • Marín, Ivana.

Año: 2019


Trabajo Integrador Final

Introducción

El siguiente caso tiene como fin el análisis de la construcción subjetiva de Ana, una niña de cinco años con el diagnostico de hipercinética.

Este análisis transcurre en medio de estallidos pasionales, situaciones de extrema violencia. En los cuales se observa con relatos de la madre, tales como: se tira encima de mí, intenta morderme, pegarme, me escupe, me patea y cuando la sujeto para contenerla, grita desesperada: “Socorro, me matan”; llora e intenta escaparse, y vuelve a tirarse encima de mí. Yo le hablo de que está muy asustada, de que quiere tocarme, estar cerca pero que el contacto se le torna terrorífico, que supone que me maltrata o la maltrato, me lastima o la lastimo, que puedo entender que sufre… Así, vamos evocando situaciones de mucho sufrimiento, escenas de pánico. Y Ana empieza a jugar con muñecas, tomando como “hija” una a la que había desarmado tiempo atrás.

Toda madre ejerce un poder absoluto al abrir recorridos de placer y displacer, al otorgar sentido al llanto, movimientos, gestos, al determinar qué satisfacciones están permitidas. Es la madre quien dice lo que el niño necesita, desea, siente (violencia primaria) es esto lo que permite que el otro se humanice, también implica la posibilidad de un exceso de violencia, de una imposición a ultranza de la voluntad materna, de una imposibilidad de reconocer que ese otro es alguien diferente a ella, alguien que va plasmando sus propios deseos.

Caso: “Ana y el movimiento”

Consulta la madre por Ana, que tiene cinco años. Viene sola porque el padre “no tiene tiempo”. La madre dice: “Desde beba que es muy difícil de manejar. Es hipercinética. En la escuela (va a preescolar) la ven dispersa, no dibuja la figura humana. No se concentra. Suponen que no va a poder ingresar a primer grado el próximo año. Se porta mal todo el tiempo. No sé qué hacer con ella. Nunca obedece. Hace como si no escuchara. Le pego y me mira sin llorar. No puedo pasarme todo el día pegándole. Cuando la encierro hace un desastre. Si la encierro en el baño saca todo y abre las canillas. Si la encierro en la pieza saca la ropa del placard. Ya probé todo. Yo me vuelvo loca. A veces la mataría. Me agota. No tengo ayuda. Es tan terrible que no se la puedo dejar a nadie. Mi mamá se cansa con ella. Somos las dos solas. Estamos todo el día juntas. No doy más. Grito y le pego. No sé qué hacer”.

Ana me saluda, de entrada, efusivamente, como si me conociera. ¿Confunde lo familiar y lo extraño?. Abre su caja de juego, saca todo, abre mis cajones y toca todo lo que encuentra. Pregunta qué es, de quién es, para qué sirve. Por momentos habla como una beba. Es atropellada, torpe en sus movimientos. La madre le grita permanentemente.

Ella fluctúa entre gritarnos a ambas que le obedezcamos rápidamente, dándonos ordenes absurdas, y decir: “soy loca, soy tonta”, mientras tira al suelo todo lo que encuentra.

Toda madre ejerce un poder absoluto al abrir recorridos de placer y displacer, al otorgar sentido a su llanto, movimientos, gestos, al determinar qué satisfacciones están permitidas. Ella dice lo que la niña necesita, desea, siente. Esto, que permite que el otro se humanice, también implica la posibilidad de un exceso de violencia, de una imposición a ultranza de la voluntad materna, de una imposibilidad de reconocer que ese otro es alguien diferente a ella, alguien que va plasmando sus propios deseos. Ana queda atrapada en el caos, en la indiscriminación entre placer y sufrimiento. Y hace estallar al otro a la vez que estalla ella.

El psiquismo de Ana se está estructurando. Y ella corta y pega, intentando discriminarse. Pero su madre vive como peligrosos los intentos de separación y a la vez no tolera juntarse. Avatares del narcisismo. Ella erogeiniza, excita, pero no puede hacerse cargo del desborde pulsional desencadenado, no puede ayudar a ligar, con la ternura, el erotismo. Y deja a Ana expuesta a sus deseos, que se tornan terroríficos e incontrolables.

El análisis de Ana transcurre en medio de estallidos pasionales, situaciones de extrema violencia. En los cuales se observa con relatos de la madre, tales como: se tira encima mío, intenta morderme, pegarme, me escupe, me patea y cuando la sujeto para contenerla, grita desesperada: “Socorro, me matan”; llora e intenta escaparse, y vuelve a tirarse encima mío. Yo le hablo de que está muy asustada, de que quiere tocarme, estar cerca pero que el contacto se le torna terrorífico, que supone que me maltrata o la maltrato, me lastima o la lastimo, que puedo entender que sufre… Así, vamos evocando situaciones de mucho sufrimiento, escenas de pánico. Y Ana empieza a jugar con muñecas, tomando como “hija” una a la que había desarmado tiempo atrás.

Un día, la madre me pregunta: “Si yo fui muy golpeada y ahora la golpeo…¿Cómo será ella cuando tenga hijos?, ¿podrá ser distinta?”.

Análisis del caso:

Diagnostico:

El caso inicia con una consulta la cual proveniente de la madre de Ana, una niña cinco años. Ambas viven solas, la madre menciona que el padre “no tiene tiempo”. Por este motivo nos parece importante destacar que la función paterna se encuentra ausente en este caso, el cual debería cumplir un rol fundamental, ya que con él, habilita en el infante la simbolización. En este caso se enmarca en el diagnóstico de hipercinetica o hiperactivo.

En dicho caso clínico, Ana es descripta como una niña hipercinética, es decir posee un trastorno crónico caracterizado por la dificultad para prestar atención, la hiperactividad y la impulsividad. Debido a tal descripción, mencionamos el concepto de respecto a que “el cuerpo en movimiento” (Janin Beatriz,2009, pag.16) en este caso se representa a través de hiperactividad” para justificar que Ana es una niña de 5 años, con una energía pulsional que la lleva a estar en movimiento constantemente. Por otro lado la madre relata desde su frustración a Ana como; “difícil de manejar”, “no sé qué hacer con ella”, “le pego y me mira sin llorar”, “no puedo pasarme todo el día pegándole”, “a veces la mataría”, etc. Si bien, muchas veces los padres desde la ignorancia, creen la forma de poner límites es a través de los golpes o las disciplinas duras, debemos tener en cuenta que esto puede generar un afección en la visión del cuidado y respeto corporal, tanto del niño o como hacia los que lo rodean, es por esto que menciona que “el cuerpo es objeto de múltiples cuidados, es en el cuerpo donde se manifiestan muchas de problemáticas psíquicas” (Janin Beatriz,2009, pag.15), si bien estas cuestiones no son diferenciadas podemos decir que Ana o un niño asociará el placer con dolor o los golpes. De hecho, tal falta de valorización sobre el cuerpo  hace que Ana en el jardín no dibuje la figura humana, esto es un indicador alarmante, siguiendo la autora dice que “si tomamos el tema de la sensorialidad, los niños se dibuja, se pintan, se escriben, construyendo un cuerpo”(Janin Beatriz,2009, pag.16),a su es un primer modo de registro sobre ellos y  de aquello que los rodea.  

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (16.5 Kb)   pdf (208.4 Kb)   docx (16.6 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com