Monografía Sujetos de la Educación y aprendizaje
ivanps297Monografía29 de Mayo de 2019
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Contenido
Introducción: 1
Desarrollo: 2
Desigualdad Social y Educativa 2
Subjetividades adolescentes 4
Subjetividades adolescentes 5
Juventud 7
Memoria Social 8
Culturas Juveniles y Cultura Escolar 9
Trayectorias Escolares 10
CONCLUSIÓN: 12
Bibliografía: 12
Introducción:
A lo largo de este documento, se intentarán explicar diversos temas que afectan al ámbito educativo.
Aquí se pretende poder abarcar varios de esos temas, algunos de ellos son la desigualdad educativa, la construcción de subjetividades, y como la cultura en la cual se desarrolle el sujeto va a modificar significativamente su trayectoria escolar. Abarcando los mismos de manera tal que el lector se quede con herramientas de gran importancia a la hora de observar y tratar de entender los diversos fenómenos que se manifiestan en las instituciones escolares durante el tránsito de los jóvenes a través de las mismas.
Desarrollo:
Desigualdad Social y Educativa
Como Ines Dussel afirma, el sistema educativo moderno nace con una promesa de igualdad.
Algunos pensadores sostienen la necesidad de analizar un tipo de desigualdades que se caracterizan como dinámicas. En la Argentina actual esta puede ser una categoría muy útil para entender como estas desigualdades estructurales están sometidas a dinámicas mucho más azarosas e imprevisibles que hacen que a la gente del mismo ingreso le pasen cosas muy diferentes y actúe de formas muy distintas. Las causas por las cuales cierta gente se vuelca a la delincuencia o no, a la militancia política o no, están vinculadas con estas desigualdades dinámicas. Por ejemplo, la diferencia entre la gente que se quedo con dinero en el “corralito” o no, pudo haber sido la diferencia de enterarse una hora antes o no enterarse. Y esto no tiene nada que ver con una situación estructural dura, sino con una relación más dinámica, con redes de relaciones, una capacidad de decisión, de información, de educación, todos estos elementos también intervienen en cómo se construyen hoy las desigualdades en nuestro país y en él mundo en general.
La idea de desigualdades dinámicas marca fuertemente las trayectorias de las personas, hacen a una capacidad de intervenir en esas dinámicas o ayudar a que actúen en otras direcciones. Otra cuestión interesante para pensar es que la desigualdad no es un estado definido de una vez y para siempre. Cierto es que son relaciones perdurables y fuertes que se establecen entre sujetos y abarcan distintos ámbitos. Obviamente intervienen la riqueza y los ingresos, pero también las oportunidades vitales y laborales, el género, la etnia, la región geográfica, el grado de urbanización, no es lo mismo que la crisis afecte a cierta edad o a otra.
La desigualdad es una relación entre sujetos que abarca distintos ámbitos y se convierte en persistente porque se repiten mecanismos de exclusión. Tiene que ver con cómo se relacionan los iguales con los desiguales, cómo se excluye a los desiguales o como se trata de incluir subordinadamente a los desiguales, lo cual nos conduce a preguntarnos por el conjunto de la sociedad. Nos obliga a preguntarnos que está produciendo dicha situación. Pero eso es un problema político y social que está en el corazón de las instituciones y en las subjetividades.
Una pregunta posible es porque la gente tolera la desigualdad y la inequidad creciente. Lidiamos cotidianamente con este dolor de la exclusión y allí uno va desarrollando una suerte de “anestesia”, de mecanismos de defensa razonables de cierto modo, pero el punto es, si esto deja de conmovernos e indignarnos, entonces ¿Cómo hacemos para no anestesiarnos? La cuestión es cómo podemos hacer para protegernos como educadores, protegerlos a los niños, ofrecerles otra educación y al mismo tiempo poder proponerles algunas estrategias de superación, de salida, de reparación de las situaciones en las que estamos.
Una igualdad entendida como punto de llegada y no como un punto de partida, cuestión que requiere ser modificada en la actualidad. Hay que pensar la igualdad como punto de partida, estamos educando sujetos iguales a nosotros, aunque haya injusticias, aunque haya desigualdades, pero eso no quiere decir que no sean iguales a nosotros. Dos sociólogos franceses, Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron comenzaron a estudiar la reproducción cultural y el lugar de la escuela en la creación de circuitos y segmentos diferenciados de escolarización para los sectores ricos y medios, y para los sectores pobres. Ellos dicen: La escuela propone ciertas actividades, por ejemplo, como una típica actividad de estación otoñal, mirar como caen las hojas en Otoño, pero ¿quién sabe mirar las hojas que caen en otoño?, ¿Qué sujetos estamos suponiendo ahí que saben mirar las hojas en otoño? ¿Qué disposiciones culturales tienen esos sujetos?, ¿qué tiempos libres tienen esos sujetos?, ¿Qué relación con la naturaleza tienen esos sujetos? Por diversas cuestiones algunos admiraran algunas cosas otros otras ya algunos poco a nada, pero eso no significa que no sepan mirar.[1]
Según Dussel, es fundamental que nuestros niños y jóvenes sepan si no queremos profundizar esta segmentación que, si aspiramos a una idea de cultura más democrática, más pluralista, que incluya y dialogue con otras perspectivas hay que cambiar esta sensación de todo o nada que tenemos, porque parece que, si la primera vez que voy no me sale como pensaba, no sirve. Ahí hay que revisar la formación pedagógica, el que todo tenga que “salir bien”, cuales son los objetivos y las etapas que me propongo como docente y sobre todo trabajar la relación con la cultura, con sí mismo y con los otros, como un problema pedagógico para todos.
Esto es Pigmalión, la posibilidad de moldear al discípulo como uno quiere, mientras Meirieu se interroga: ¿Esta es la mejor opción para la pedagogía? ¿Qué lugar hay allí para la libertad del otro?, ¿el alumno se tiene que acomodar a nuestro deseo? La respuesta es no, no es posible y tampoco deseable.
Ese es el fracaso de la pedagogía de la fabricación. Es el fracaso producto del abandono. Y el fracaso pedagógico se inició cuando ese creador, al que no le gustó lo que había creado, abandonó a ese ser. Esta reacción de sentirse abandonados es la que los convierte en mounstros, no antes.
El filósofo Baruch Spinoza decía “No se sabe lo que un cuerpo puede”. Es muy necesario recordarlo. Nunca, afortunadamente, se sabe lo que un cuerpo puede ante una situación determinada. Y esto hay que instalarlo en el corazón de la pedagogía. Estamos en un momento en el cual se volvió a estigmatizar muy fuertemente a la pobreza, a la indigencia, a la marginación. Pero tampoco considerarlos como víctimas, porque ahí se les saca toda la capacidad de acción, toda capacidad de ciudadanía.
Hay quienes están abocados a pedagogías de resiliencia: mi pregunta es si, en verdad, no estamos pretendiendo que los pobres, o los marginados, sean héroes, cuando en el fondo lo que tenemos que cambiar son las características sociales e institucionales que los están marginando y los están excluyendo.
Subjetividades adolescentes
La subjetividad es lo que permite que en el interior de estructuras generales sea posible la singularidad y la diferencia, eso que habilita a superar la matriz de repetición que se atribuyó tradicionalmente a los procesos de socialización. La subjetividad se manifiesta en figuras y entre estas se pueden mencionar las estructuras del sentir y del pensar planteada por Williams, la economía moral de la multitud estudiada por Thompson, las mentalidades desarrolladas por la escuela de los Annales, las representaciones colectivas de Durkheim, o los imaginarios sociales propuestos por Castoradis. Esas figuras aluden a las formas que toma la producción de sujetos, siempre puntuales y singulares.[2]
Cuando se habla de subjetividad, se habla también de identidad, y con ella, de narrativas en las que se articula esa identidad. Esa identidad es, sin dudas, personal, pero también familiar, de género y de clase, todo ello atravesado por la inscripción local y las tradiciones reconocidas y, especialmente, por la pertenencia temporal a un momento histórico preciso. Esos relatos reflejan una pertenencia específica a una clase y a un género, pero además a una generación en la medida en que revelan el modo en que una época se corporiza en los sujetos.
En sociedades de cambios acelerados la estructuración temporal interna de la subjetividad se condice con una superposición de planos evolutivos cambiantes, de rupturas y esiciones que se acumulan unos sobre otros como si fueran capas geológicas, con sedimientos y con ruinas, vestigios y fracturas, definiendo formaciones variadas, proveniente de distintos momentos de la historia social vivida. Esto es especialmente en el caso de adolecentes y jóvenes, pues se trata de sujetos en formación. Las generaciones jóvenes se encuentran en el hecho de que en ellas el proceso de subjetivación está abierto a la recepción de la época sin experiencia previa acumulada, haciendo de esa primera exposición “su” mundo. Por eso la generación y las diversas etapas de la vida son cruciales para comprender el proceso temporal de la constitución de la subjetividad, con marcas temporales que serán duraderas y significativas.
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