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Evaluación Institucional


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2013  •  2.584 Palabras (11 Páginas)  •  380 Visitas

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La evaluación es uno de los elementos esenciales del proceso educativo, puesto que ésta cumple una función orientadora y de control de calidad de toda acción educativa. Así el proceso de obtención y uso de la información para tomar decisiones, emitir juicios sobre la práctica educativa y los diversos aspectos del aprendizaje de los alumnos y del contexto que lo rodea, reviste gran significación y complejidad.

Al respecto, interesante es destacar, uno de los considerandos del Decreto N°112/1999, que establece: “Que la evaluación es un proceso permanente, cuya finalidad es proporcionar información al profesor para apoyar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje, involucrando a ambos en el logro de los objetivos educacionales propios de cada nivel”.

De este considerando, se desprende una dimensión importante como es el compromiso de todos los integrantes de cada institución educativa para favorecer aprendizajes de calidad en cada uno de los estudiantes. Asimismo, se releva la concepción del proceso de evaluación, como proceso permanente, sistemático y orientado a entregar información relevante para la toma de decisiones y, que se exprese en una coparticipación activa de docentes y estudiantes.

El camino, entonces, que se busca favorecer e intencionar es el logro de aprendizajes de calidad en los estudiantes, para lo cual debe cautelarse la perfecta coherencia entre lo que se enseña, se aprende y aquello que posteriormente se evalúa y/o califica.

En este contexto, resulta gravitante la conceptualización que se tiene de la educación, el modelo curricular adoptado y la concepción de aprendizaje en la interacción pedagógica y, consecuentemente, el enfoque evaluativo que se pone en práctica. En el paradigma sociocognitivo – afectivo, en primer lugar, se advierte el carácter procesual y continuo de los aprendizajes, en donde el foco está puesto en las actividades y estrategias desarrolladas por cada estudiante para poner de manifiesto conocimientos, habilidades y actitudes. Así también, centra el proceso en el estudiante como sujeto, protagonista de su propio aprendizaje; los conocimientos que interioriza, las habilidades que progresivamente desarrolla y los valores que va incorporando adquieren vital importancia.

Ahora bien, partiendo de la base que la evaluación es consubstancial al proceso educativo, participa también de una concepción antropológica y ética, que pone en juego la visión y misión definida en los Proyectos Educativos y la multidimensionalidad del quehacer profesional docente, que le exige al profesor asumir con rigor su responsabilidad en este proceso, dada su participación activa como guía y mediador del aprendizaje.

Este nuevo enfoque de los procesos de evaluación permiten al profesor:

• Relacionar la enseñanza y el aprendizaje con las necesidades de los estudiantes.

• Observar y conectar los intereses de los estudiantes con los nuevos contenidos.

• Poner atención a los elementos sustantivos de la enseñanza y el aprendizaje, logrando una organización acorde con los contenidos curriculares.

Con respecto al estudiante, éste puede darle una organización al conocimiento en función de los saberes adquiridos y los nuevos saberes tratados; asimismo, desarrollar habilidades de orden superior, a la vez, que le permite monitorear el propio aprendizaje.

Finalmente, ayuda tanto al docente como al alumno a generar instancias de retroalimentación de todo el proceso pedagógico, poniendo énfasis en los aspectos centrales del aprendizaje.

Acercándonos al concepto de evaluar, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, dice: “Señalar el valor de una cosa. Estimar o apreciar, calcular el valor de una cosa”. Este sería el significado más general, que indica que la acción de evaluar es fijar el valor de algo.

Como proceso complejo, se destacan diferentes definiciones de evaluación. Apropiada, completa y aplicable, la propuesta por Erika Himmel (1999), quien define la evaluación como un “proceso que lleva a emitir un juicio respecto de uno o más atributos de algo o alguien, fundamentado en información obtenida, procesada y analizada correctamente y contrastada con un referente claramente establecido, sustentado en un marco de referencia valórico y consistente con él, que está encaminado a mejorar los procesos educacionales y que produce efectos educativos en sus participantes, para lo que se apoya en el diálogo y la comprensión”.

Destaca en esta definición que el proceso evaluativo requiere emitir un juicio. Es importante señalar al respecto que estos juicios no se hacen sobre la persona, por respeto siempre a la dignidad humana, y a su ser perfectible.

Otro aspecto importante es que la información obtenida siempre es contrastada con un referente, es decir, con criterios previamente establecidos.

Y en un marco de referencia valórico, este proceso evaluativo, debe descansar en ciertos pilares éticos como son: la justicia, la equidad, la prudencia, la honestidad, la solidaridad y el respeto.

Es justa en el sentido que los juicios se levantan desde los instrumentos aplicados y no desde la historicidad del alumno; asimismo una actuación equitativa implica dar las oportunidades según necesidades de los estudiantes. Aquí surge el concepto de evaluación en un contexto diferenciado. Ser prudente, por ejemplo, no “cantar las calificaciones a viva voz”. La honestidad dice referencia a evaluar lo que se enseña, junto con el ser solidario, es decir, ayudar al otro, promocionándolo en el saber, ser y hacer, es decir, dar oportunidades para que sea competente. El docente, en su práctica pedagógica, al tener presente alguno de estos pilares, en el momento necesario y oportuno, está actuando con respeto ante sus estudiantes. Así también, los efectos educativos de este camino evaluativo serán positivos para ambos: profesor evaluador y estudiantes evaluados.

Es importante distinguir, entonces, la función social de la evaluación, que determina rendimiento y logro de destrezas. Acredita saberes y promueve a los estudiantes. Y, por otra parte, la función pedagógica.

Esta última, se relaciona con la obtención de información precisa sobre el grado de aprendizaje de los estudiantes y de la eficiencia de las prácticas pedagógicas.

En síntesis, importa saber si los alumnos y alumnas están aprendiendo para realizar la acción remedial y retroalimentar, reconociendo aquello no logrado en la práctica pedagógica.

Es preciso reiterar que, tal como se ha señalado la evaluación, es clave en la relación profesor – alumno, y acompaña al proceso de aprendizaje

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