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Caso Psicopatología TOC


Enviado por   •  20 de Abril de 2013  •  3.932 Palabras (16 Páginas)  •  475 Visitas

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Pedro Sanagustín Palomar

18058220 T

Miguel Angel Broc

UNED BARBASTRO

PSICOPATOLOGÍA

CASO CLÍNICO

1.

DESCRIPCIÓN DEL CASO

María es una mujer de 36 años, casada y con un hijo de 6. Acude a

consulta indicando que “ya no puede vivir así”, pues desde hace un año está

pasando por una situació en su trabajo insostenible que le ha llevado a tener

que coger la baja laboral hace un mes.

Trabaja en una oficina de atención al público en el ayuntamiento de su

ciudad de residencia desde hace 8 años y su trabajo le resultaba satisfactorio,

aunque últimamente “muy estresante” por el problema que refiere. Hace un año,

le cambiaron el horario de trabajo, pasando al turno de tarde (de 15 a 21 horas).

Fue entonces cuando comenzaron sus problemas, pues, aunque sus funciones

eran las mismas, en ese horario ella debía cerrar la oficina, apagar todas las

luces y revisar que todo estaba desconectado. Al principio todo iba bien, pero

pronto empezó a anticipar la hora del cierre, por el miedo de tener que verificar

que nada quedaba encendido, hasta que llegó el momento en que el nerviosismo

era continuo, y una hora antes de acabar comenzaba a apuntar todo lo que tenía

que chequear, y a establecer una rutina de comprobación. Ella sabía que esa

ansiedad era inapropiada e injustificada y carecía de fundamento, pues la

relación con sus compañeros y jefes era buena y, aunque se dejara algo

encendido, ello no iba a tener grandes consecuencias; aún así, el malestar

persistía, y empezó a pensar que realmente, si dejaba algo sin apagar, podría

ocasionar un incendio. Poco a poco fue desarrollando conductas neutralizadoras

de estos pensamientos y, en cuanto aparecían, se iba al lavabo, o cambiaba de

actividad, o salía de la oficina, o comenzaba a contar o a recitar repetitivamente

en silencio, para parar su nerviosismo.

Durante varios meses soportó todos esto con mucha ansiedad, pero al

ver que interfería en su trabajo y que comenzaba a interferir también en su vida

personal, acudió a su médico de cabecera para que le prescribiera algún

tranquilizante (bromazepam, 1,5 mg./día), pero no le fue eficaz. Al cabo de esos

meses pidió ayuda a su marido para que cuando fuera a recogerla, colaborara

con ella en las tareas de verificación. El marido accedió al principio de buen

grado, pero cuando pasaban los días y veía que por mucho que le dijera, ella

seguía dudando de si todos los interruptores y los ordenadores estaban

apagados, y seguía apuntando una y otra vez delante de él “sus ritos” (así lo

llamaba ella), e incluso, después de dejar la oficina, le obligaba muchos días a

volver a ella para revisar de nuevo si todo estaba bien, él dejó

de hacerle caso y ya no iba a recogerla. La relación entre ellos fue cada vez

peor, y ella pidió ayuda a su suegra para que sustituyera a su marido en la

“recogida y reverificación”. Pasadas unas semanas durante las cuales fue

acompañada por su suegra, y al darse una situación similar a la ocurrida con su

marido, la suegra igualmente dejó de acompañarla, algo que la paciente entiende

perfectamente.

En su vida personal las cosas iban cada vez peor, pues su problema se

había generalizado también a las tareas domésticas. Este problema lo había

solucionado dejando ella de utilizar los aparatos eléctricos (no planchaba la ropa

por no tener que apagar luego la plancha, no utilizaba el microondas, ni el

lavavajillas, ni la radio, no se secaba el pelo con secador por la misma razón,

etc.). Ya apenas hablaba con su marido y se estaban planteando la separación si

las cosas no cambiaban.

La situación se le complicó y refiere que desde hace aproximadamente

dos meses ha perdido el interés por casi todo, pasando la mayor parte del día

triste, con ganas de llorar, con una agitación continua, sin poder concentrarse y

sin ganas de hacer nada, ni de ver a nadie, dejando las actividades que realizaba

(como ir al gimnasio o quedar con sus amigas) pues ya no le resultaban

satisfactorias. El médico de cabecera le sustituyó el bromazepam por lorazepam

1 mg., prescribiéndole 2mg. Al día, en función de los síntomas referidos y de su

incapacidad para dormir. Al no remitir los síntomas, desde hace un mes está de

baja laboral por “no sentirse capaz de desempeñar su trabajo ni de seguir

viviendo”. Pasa la mayor parte del día tumbada en el sillón, llorando, con

pensamientos recurrentes de muerte, sin ganas de hacer nada, levantándose

sólo para recibir a su hijo del colegio –“para

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