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PSICOPATOLOGÍA Caso Clínico


Enviado por   •  24 de Febrero de 2018  •  Documentos de Investigación  •  3.451 Palabras (14 Páginas)  •  928 Visitas

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PSICOPATOLOGÍA

Caso Clínico 

1.        Descripción del caso

        

Andrea es una mujer de 28 años que acude a consulta de salud mental porque desde hace aproximadamente dos años se siente “psicológicamente mal” y le resulta muy difícil llevar a cabo una vida normal. Aunque está siendo tratada por el médico de atención primaria en el centro de salud de su barrio (Centro de Salud de la Seguridad Social), indica que no ha mejorado e incluso cree que ahora se siente peor. Piensa que los fármacos que le administra el médico no le han servido apenas para sentirse mejor y, sobre todo, tampoco confía en que vayan a solucionar sus problemas.

En la entrevista inicial refiere que acude a consulta ante la imposibilidad de seguir con su vida, debido a sus obsesiones por comprobar si todos los aparatos eléctricos están bien apagados. Siempre había tenido la necesidad de comprobar varias veces si apagaba bien la plancha, la lavadora, las luces de las habitaciones, etc., pero todo se acrecentó después de haberse casado hace tres años y tener que mudarse desde su pueblo a Madrid y afrontar las responsabilidades de su nueva vida, que no tenía cuando vivía con sus padres, además de comenzar a trabajar fuera de casa.

Al principio, esto no le suponía muchas molestias ya que se limitaba a comprobar los enchufes y las luces varias veces en su casa, y no tenía que implicar a ninguna persona. Pero los problemas se fueron incrementando desde que comenzó a trabajar, ya casada, en una librería ubicada en el centro de Madrid. Vive en una urbanización nueva del norte de Madrid, y suele desplazarse en coche privado a su lugar de trabajo. Siempre que sale hacia su trabajo necesita dar un par de vueltas a su manzana con el coche para cerciorarse de que la puerta de su garaje ha quedado bien cerrada (tiene cierre automático que debe ser activado al salir del garaje) y que las luces de su vivienda están apagadas (vive en un primer piso exterior, pudiendo ver sus ventanas fácilmente desde el vehículo).

Desde hace aproximadamente un año trabaja en la librería haciendo el turno de tarde (antes trabajaba por la mañana), siendo ella la responsable de cerrar la tienda y comprobar que todo quede apagado y listo antes de volver a casa. Al principio podía hacerlo sin problema, comprobando ella misma varias veces que todo estaba en orden, pero poco a poco fue creciendo su ansiedad al acercarse la hora de cerrar, y se veía obligada a hacer todo un ritual de comprobación para que no se le olvidara apagar ningún ordenador, ningún interruptor ni comprobar ninguna estancia. Tenía una libreta con el croquis de los cuadros de luces y el nombre de todos los interruptores y aparatos, y antes de cerrar los apagaba haciendo una marca en la libreta para cada uno de ellos. Luego volvía a chequearlos para comprobar que estaban apagados, haciendo una nueva marca de comprobación.

La mayor parte de los días, su elevada ansiedad y preocupación le obligaba a volver al edificio, tras haber salido del recinto, para comprobar de nuevo que todo había quedado correctamente cerrado. Posteriormente, al llegar a casa (antes de entrar en su vivienda), muchos días tenía que volver de nuevo a la librería para comprobarlo otra vez y reasegurarse de que lo había dejado todo en orden. Al principio, al verla tan afectada, el marido llegó a acompañarla a la librería para que comprobara que estaba todo correctamente apagado, pero pronto dejó de hacerlo al ver que tampoco se quedaba tranquila con la comprobación de éste.

Vive en su casa con su marido y los padres de éste. Todos están muy afectados por la conducta de Andrea, pues en casa sigue dándole vueltas a esta misma idea y cree que ha podido quedar algo mal cerrado, o que incluso no haya cerrado adecuadamente la puerta de la calle. Tanto su marido como sus familiares tratan de hacerle ver que es algo irracional, pero ella no puede controlar estos pensamientos que le perturban y no la dejan estar en casa tranquila ni siquiera dormir en paz. Incluso un día tuvo que levantarse a media noche para ir a comprobar si había echado los cierres a la puerta de la librería. Comprobó que todo estaba correctamente, pero al volver a casa seguía teniendo dudas de nuevo.

Pensaba que si ocurría alguna cosa por dejar algo sin cerrar correctamente sería culpa suya y de su única responsabilidad, a lo cual no paraba de darle vueltas y más vueltas sin poder hacer nada para remediarlo (incluso sabiendo que esto era algo irracional y absurdo, no podía detener estos pensamientos, los cuales le producían muchísima ansiedad).

En la actualidad, este problema no le permite “vivir”, pues la mayor parte del día está con ansiedad y no se puede concentrar en nada, más que en anticipar la ansiedad que le genera la hora del cierre.  En casa, ahora ya no puede utilizar la plancha ni ningún aparato que tenga que enchufar, como el microondas, la cafetera o la vitrocerámica.  

Acudió hace ocho meses a su médico de atención primaria el cual le recetó sertralina (desde entonces está tomando 50 mg diarios). Aunque al principio notó cierta mejoría en lo que concierne a la reducción de la ansiedad y el exceso de preocupaciones y en general pensamientos que “irrumpen en su cabeza”, no ha experimentado grandes cambios e incluso cree que se siente peor (ahora tiene a veces ciertas sensaciones o molestias que antes no tenía, como náuseas, sensación de sequedad en la boca, mareo, o sensación de inquietud o necesidad de moverse).

Actualmente no tiene hijos, aunque se siente presionada por su marido para tenerlos. Ella cree que, en su estado actual, no está capacitada para ser madre, sintiéndose totalmente inútil. Su relación de pareja se ha deteriorado mucho, y se pasa la mayor parte del día llorando.

No tiene ilusión por nada y cree que su vida no tiene sentido, pues no supone más que una carga para todos.  Antes tenía ilusión por salir con sus amigas, pero ahora no le apetece ver a nadie. Es más, debido a su ansiedad ha empezado a arrancarse compulsivamente el pelo de las cejas, además de haber comenzado a engordar en exceso y a perder cabello.  Su aspecto hace que no quiera que nadie la vea así, planteándose el coger la baja laboral, pues no puede desarrollar su trabajo con normalidad, aunque ha pedido no estar de cara al público sino en las oficinas interiores por temor a que la vean y pueda ser observada en su forma de trabajar por otras personas. Este temor, aunque sabe que no tiene justificación, le ha llevado a evitar acompañar a su marido a reuniones sociales con amigos o compañeros de trabajo (él es directivo de una empresa y suele tener bastantes cenas de trabajo a las que solía acompañarle). También ha dejado de ver a su grupo de amigas, pues piensa que se comportaría muy torpe socialmente y podrían reírse de ella; de hecho, le produce una gran ansiedad el solo hecho de pensar en reunirse con ellas (como hacía antiguamente). Además, también teme que en estas reuniones pudiera salir el tema de los problemas de su trabajo.

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