Historia Social y Cultural de la Literatura I
ferreyramartin2Trabajo7 de Mayo de 2017
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Provincia de Buenos Aires
Dirección de Educación Superior
Unidad Académica Escuela Normal Superior “Dr. E. Costa”.
Instituto Superior de Formación Docente Nº 116.
Campana
Carrera: profesorado de Lengua y Literatura
Primer Año
Materia: Historia Social y Cultural de la Literatura I.
Profesor: Lucas Scavino
Alumno/s: Ferreyra Martín Nicolás
Año: 2017
Fecha de entrega efectiva: 08/04/2017
Fecha de entrega estipulada: 08/04/2017
La verdad en los textos según el punto de vista
La verdad absoluta nunca es aquella que la sociedad en su conjunto sostiene sino la que cada uno de sus actores en particular tiene que contar, así y todo, nunca sabremos todo en su totalidad. Ahora bien, ¿todos mentimos entonces? No. Simplemente, una vez que tenemos contacto con cualquier evento o suceso ocurrido, después que se sumergió de cualquier forma en el pensamiento humano, la verdad absoluta deja de ser absoluta como tal. Por eso es que decimos que la literatura es ficción y jamás dejará de serlo. Todo depende de la manera de ver las verdades finitas. Quizá no habría tantos villanos si muchos de ellos pudieran reivindicarse de los textos, relatos, mitos y leyendas vistos desde la otra cara de la moneda, los héroes. O si esto pasara a la inversa, los héroes no llenarían páginas y páginas dedicadas a ellos.
La casa de Asterión
Borges se basa, al ver una monografía que hace Gilbert Keith Chesterton sobre George Frederick Watts, en una de las obras del pintor, precisamente en “The Minotaur”, de 1885. Esto no es una simple conjetura al azar (que haya visto la tela de Watts en la obra ya citada), sino que, se infiere esto por la gran influencia que obtiene Borges de Chesterton; Borges es uno de los autores hispanos más influidos por el londinense; Borges es en parte Chesterton como así también es Watts, como así también, el mito y todos los autores que se permita ser y se lo permitan sus lecturas anteriores a cada texto.
La obra lo presenta al minotauro con un perfil y aspecto que nos hace pensar que por fuera era mitad humano, mitad toro, por dentro era Asterión.
Al ver la obra, tuvo una visión deformada de la figura monstruosa que aparece en el mito de quien ahora iba a ser el protagonista del cuento de una manera pasiva, melancólica y hasta, si se quiere, penoso y lamentable. Y, además, esta visión se contradijo con los sucesos finales que concluyeron con la vida del minotauro y terminó –aunque no exterminó- con algunas recreaciones de la lucha entre el héroe y el villano con cara de toro, como es el caso de Los reyes (Cortázar, 1949). Teseo sí llega a Creta para dar represalia por las muertes de los siete jóvenes que cada siete años iban a padecer pero no es Asterión el causante de estas sangrientas muertes. Asterión es un protagonista desinteresado por el castigo, sin actos de villanía, que no se ensangrentó más con las muertes atribuidas a él que con sus perversos juegos.
Otro juego era el de ser visitado por otro Asterión. Esto no suena tan fuera de norma si no prestamos atención a que, como él, no había otro en la faz de la tierra. Es extraño ver el planteamiento de Borges en donde ser único y sin precedentes tiene su contra más grande que es, tristemente, ser único y sin precedentes. Nadie es a su semejanza. Tanto que tiene que ceder a la soledad e inventarse a ese otro yo. No es el minotauro presentado en el mito ni por asomo. Pero cómo lo vamos a ver de esta manera si nunca tuvo voz, o peor aún, si la voz del mito le pertenece a Teseo (los atenienses). Al final del cuento podemos ver cómo cambia la narración hacia el lado de quién va a “borrar con goma” todo rastro de un Asterión borgeano.
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