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Práctica Docente

musykera21 de Noviembre de 2013

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INTRODUCCIÓN

Hablar de la deserción o la no permanencia de los alumnos en las escuelas, es un asunto que preocupa a nuestra sociedad en su conjunto. Quienes estamos involucrados en el sistema educativo sabemos que es un problema multifactorial, y que todos, autoridades, padres de familia y maestros estamos obligados a continuar en la búsqueda de estrategias que nos permitan lograr que los alumnos permanezcan en las escuelas hasta terminar en tiempo y forma su educación.

La problemática de la deserción escolar no es responsabilidad o culpa sólo del maestro el que y un alumno no termine en tiempo y forma su educación, pero si podemos afirmar que el maestro es un factor importante para que el alumno lo logre, ya que un alumno sólo puede retirarse de la escuela si se cambia de ciudad, de colonia o de municipio.

Por lo que partimos del hecho que algunos directivos, personal de apoyo, y especialmente los maestros, necesitamos modificar nuestra manera de abordar a los jóvenes en el aula al realizar nuestra práctica docente, debido a que existe un gran porcentaje de maestros muy preparados en la materia que imparten; pero manejamos poca pedagogía, además, utilizan un lenguaje de acuerdo a su preparación que los alumnos no lo comprenden.

Entre más preparado este un maestro en el ámbito pedagógico y disciplinar, mayores herramientas deberá tener para lograr menos alumnos reprobados, menos alumnos desertores, mejores alumnos, por lo tanto, mejores resultados.

Buscar siempre que nuestras actividades frente al grupo, sean motivadoras que logren interesar y retener a los alumnos, es nuestra principal función como docentes ya que es esencial que el maestro emane energía positiva, para ayudar a disminuir la deserción escolar.

DESARROLLO

El docente es considerado uno de los principales actores en el proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que su forma de explicar y abordar las diferentes actividades en el aula es fundamental para hacer que los jóvenes se interesen y sientan el deseo de permanecer en la escuela.

La deserción escolar es un fenómeno que preocupa a toda la sociedad y en especial a las instituciones escolares, “el abandono de la escuela sobre todo en adolescentes se genera porque no sienten interés por lo que se les enseña, ni ven la utilidad a lo que se hace allí” (Delval, 1990, pág. 29).

Esta situación se genera porque a los alumnos se “les enseñan una gran cantidad de cosas, que ellos no entienden, y que muchos menos recuerdan con el paso del tiempo, logrando que el conocimiento no llegue a ser nunca para ellos un instrumento para comprender y transformar la realidad” (Delval, 1990, pág. 28).

Como si se desarrollaran dos sistemas de conocimiento diferente; “el escolar que sólo se limita a ese ámbito y el de la vida práctica, que se forma y se aplica fuera de la escuela” (Delval, 1990, pág. 29). Por ésta razón los alumnos no ven la utilidad del conocimiento escolar fuera de ella, sino más bien la consideran como actividad pasiva donde sólo se trata de almacenar contenidos de un libro o las enseñanzas del maestro.

La función del docente debe estar encaminada a enlazar los conocimientos que se aprenden en la escuela con los de la vida y el mundo exterior, es decir, la escuela no debería estar separada del mundo exterior, sino más bien tendría que poner al alumno en contacto con la naturaleza y su realidad. “La escuela tiene que ser un mundo real en el que la teoría y la práctica deben estar unidas” (Delval, 1990, pág. 27).

Con el objetivo de potencializar las capacidades de los alumnos y hacer de ellos personas reflexivas y preparados para enfrentar cualquier situación que les exija el contexto social y político. “Evitando que se conviertan en individuos sumisos, con una preparación para el trabajo dependiente y alineado, que no genere ningún cambio social y frene su potencial creativo” (Delval, 1990, pág. 32).

De igual forma Duch, señala que la función del docente es ejercer una pedagogía que tenga como fin, que los educandos sean capaces de dominar las contingencias: el mal, la violencia y la muerte, como realidades presentes en la vida humana, ya que la pedagogía actual carece de "palabras significativas, edificantes y soteriológicas, y en consecuencia la escuela se ha vuelto incapaz de cumplir su misión específica: abrir a los educandos horizontes del presente y del futuro” (Duch, 1997, pág. 19).

Esta crisis pedagógica que menciona Duch, es la clave para comprender la crisis por la que atraviesa el mundo actual, “la crisis global de la sociedad tiene como raíz la incapacidad de las instituciones transmisoras para cumplir su misión de hacer posible que los jóvenes y todos los hombres y mujeres se puedan situar significativamente en el presente, con la posibilidad de obtener convicción acerca de nuestro origen y destino” (Duch, 1997, pág. 142).

La manera de contrarrestar esta crisis global según Duch, es a partir de una “pedagogía realmente humana, en donde el buen uso de la palabra vuelva a instalarse en el mundo y en el corazón del hombre, para que las dimensiones de la paz, de la alegría, y de la misericordia puedan ser concretadas y vividas en medio de la agitación, e incluso, del caos de nuestra sociedad anónima y mecanizada" (Duch, 1997, pág. 121).

En este mismo sentido Platón opina, que “la educación del hombre en especial del gobernante es el único camino para llegar a conformar una sociedad justa, donde el alma se debe guiar por la razón, el cuerpo social debe dejarse guiar por los que tienen la razón” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 38). Platón cree en la posibilidad de llegar a realizar este tipo de hombre por medio de una selección temprana e ininterrumpida, por obra de una educación ideal y por la madurez de los años.

Para Platón “el hombre debe ser formado en la virtud y en el dominio de sí” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 39), destacando la importancia de las pasiones que, de ser conducidas por la razón pueden llevar al hombre a vivir según su condición divina, y, de ser indisciplinadas, pueden impedir al hombre su realización.

También propone que, “el hombre debe ser educado en el amor a la verdad y al bien” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 45), puesto que no se puede obligar a nadie a aprender, ni podemos abrir las cabezas para meter los conocimientos en ellas, sólo se puede mostrar el camino para que cada cual piense por sí mismo.

Del mito de la caverna Platón concibe la educación, como “la luz del conocimiento que nos permite salir de la ignorancia, y nos conduce al conocimiento verdadero” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 71), recatamos que la función del docente debe ser educar a quienes no han sido educado, vocación que exige renuncia y que no se acepta buscando placer u honor sino soportando las molestias de la superación social de la ignorancia.

Desde el pensamiento educativo de Aristóteles el objeto de la vida debe ser la felicidad, es decir, actividad del espíritu que se auxilia de los medios interiores y exteriores para conseguir la satisfacción deseada. Aristóteles sostiene “que los hombres verdaderamente libres son lo que pueden alcanzar este objeto, pero también reconoce que nadie nace libre y el hombre debe suplir con la educación lo que le falta; ya que la educación puede transformar a los hombres imperfectos en ciudadanos buenos” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 95). El principal objetivo de la educación, para Aristóteles, era formar buenos ciudadanos y propiciar la adaptación de la educación a cada régimen.

Un punto central del pensamiento de Aristóteles es, que “la educación nunca termina, pues es un proceso de perfeccionamiento y por lo tanto este proceso nunca termina, la educación dura tanto como dura la vida de la persona” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 99). Destacando el carácter práctico de la educación: se aprende a ser bueno siéndolo, se aprende a ser virtuoso ejercitándose en estos hábitos, se aprende a ser amigo teniendo amigos, se aprende a buscar el bien común practicando por ese bien. Para lograrlo la función del educador es facilitar este proceso disponiendo, orientando, acompañando. Disponer es fortalecer las buenas inclinaciones humanas y obstaculizar las inadecuadas; orientar es proponer fines; acompañar es vigilar, velar, querer y compartir.

La filosofía educativa social y moral de Rosseua, constituyeron una amenaza al pensamiento educativo de Platón y Aristóteles. Dando un cambio revolucionario “al centrar la educación en quien es enseñado (niño), no en lo que se enseña (materia)” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 140), situación que dio un cambio radical en el proceso educativo, puesto que una vez que se reemplaza a la asignatura como elemento básico en el proceso educativo, también se desplaza al maestro como figura de autoridad, cuya finalidad es impartir la materia.

Al hacer Rosseua énfasis en el niño como centro del proceso educativo, tuvo que subrayar sus interés y necesidades como primordiales, ya que considera que “el niño contiene dentro de sí mismo las potencialidades para el desarrollo educativo deseable, y que por lo tanto la función del maestro es tan sólo permitir que esas potencialidades se desarrollen de acuerdo a sus propias leyes, sin tratar de imponer algún patrón externo” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 141).

También para John Dewey, la educación tiene como propósito “formar y aprovechar las capacidades del individuo en beneficio de la sociedad en la que está inmerso” (Bowen & Hobson, 2010, pág. 190), es decir, que todo lo que en la escuela se enseña adquiera un verdadero

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