El aprendizaje de la lengua en la escuela.DIDACTICA DE LA LITERATURA
merilibnyResumen21 de Noviembre de 2015
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El aprendizaje de la lengua en la escuela
DIDACTICA DE LA LITERATURA
1.- El componente lingüístico-textual del discurso literario.
La lengua y literatura, dos perspectivas con las que es contemplada una materia común, el lenguaje. La gramática hay una disposición analítica. Con la literatura se intenta la síntesis de los elementos idiomáticos más favorecedores. O lo que viene a ser igual, la gramática escruta la lengua como una estructura de signos de valor simbólico, independientemente de que tales signos estén al servicio del hablante y del escritor. La literatura a esos signos los organiza y los convierte en textos literarios. El texto es un sistema lingüístico-literario producido dentro de la realidad general, y particular del Autor, de los sistemas social y psíquico, espacio en el cual se crea y de una u otra manera el mismo refleja. Lengua y literatura, productos tanto fónicos como significativos. La lengua como medio usual significativo, la lengua como medio usual significativos. La lengua como medio usual de intercomunicación, la literatura como especifica provisión para deleitar, distrae o inquietar. La lengua, signo sonoro. La literatura, fundamentalmente, palabra escrita. En la lengua laten en potencia todas las posibilidades expresivas del ser humano, mientras que en la literatura esas posibilidades se concretizan en acto de formulaciones escogidas,, bellas y trascendentes. Para la literatura, la función emancipadora, gracias a la cual la palabra solo interviene, mediante procesos selectivos, en la confección de unos determinados estados, entre ellos los que provocan el texto literario.
2.- La formación literaria del escolar
A esta altura de la educación- a todas, sumariamos- la literatura, maestra de la vida tanto o mas que la historia, vida ella misma intensificada, lenguaje connotativo de inacabables registros, ha de ser, por su propia naturaleza y en su enseñanza, mas que acopio de conocimientos, adquisición, fundamentación de experiencias. Enjuiciar el arte únicamente como una abstracta manifestación expresiva, sin tener en cuenta al autor y su entorno, trae consigo el acceder en precario a la apreciación y apropiación del texto, que no surgió porque si, sino en virtud de unas muy concretas particularidades de un hombre y de una época. La literatura es algo más que una asignatura, que una materia en el ciclo de la enseñanza: es un posicionamiento que el ser humano ha de ocupar en la vida.
2.1 Valores de la educación literaria.
El lenguaje acompaña y sirve de base a cualquier acto de la imaginación creadora, sin importar el medio en que se lleve a cabo. La frecuentación literaria incrementa y consolida el goce estético y el hábito lector. Del conocimiento literario dimanan, as u vez, consecuentes diligencias de todo orden.
- El acervo lingüístico del escolar se acrecienta con vocablos, giros, frases… que por deberse a maestros de idioma poseen la textura de lo modélico.
- En detención introspectiva, el discente pulsara en sus propias vivencias ecos de vivencias ajenas, de las que la literatura dejo constancia.
- Se ponen en marcha las facultades interiores y se afianza la personalidad si frente a la obra literatura invitamos al alumno a que adopte un talante crítico y emita razonados juicios de valor.
- La literatura es producto continuado de la cultura de un pueblo.
- Con el trato literario se cobran destrezas para salvar resistencia de lecturabilidad encarándose gradualmente el lector con textos idóneos gradualmente el lector con textos idóneos cada vez más extensos y complejos.
La literatura, al igual que el lenguaje, es ilimitada en sus contingencias expresivas, en sus competencias comunicativas. La literatura ha de rendir su servicio en cualquier coyuntura de progreso idiomático, lectura, vocabulario, elocución, conversación redacción, ortografía, gramática, historia de la lengua etc.
2.2 La literatura como objeto de enseñanza
Basta repasar el organigrama de los estudios en nuestro país y en los planos elemental destacadamente y medio para cerciorarse de la depreciación en que esta subsumida la literatura en visible detrimento a favor de la gramática. En esta línea, a la literatura se la reduce a una suerte de pariente pobre, a la que condescendientemente se le da a media cabida. Estamos persuadidos de que esta infravaloración de la literatura en tanto es disciplina académica y en a escala aludida, reside: a) en las esclerotizadas propuestas en que es transferida, y b) en la falta de síntomas entre las inclinaciones del profesor a la hora de seleccionar autores y obras y la cultura y el apercibimiento del escolar.
2.3 Determinación de los objetivos
En virtud de que la literatura es obra verbal edificada con privativo lenguaje, de que ella es creación autónoma y a la vez en el orden contextual- interno, heterogénea, los objetivos específicos de la literatura se diversifican con relieve múltiple. Esta pluralidad de funciones y la misma complejidad de la obra literaria obligan al maestro a profesar flexibilidad didáctica, a alejarse de dictámenes intransigentes y a escaparse de severos formularios taxonómicos objetivos. Reseñamos sin agotarlos, estos:
- Percibir la interrelación lengua-literaria.
- Comprobar la autonomía de la obra.
- Capacitar al escolar para la valoración de los textos.
- Sentir el texto, no como hierática estantigua al que hay que reverenciar, sino como cosa contigua y palpitante.
- Incentivar los hábitos lectores.
- Encuadrar el texto.
- Acrecer el juicio crítico.
- Enfocar el fragmento literario hacia presumibles conexiones con los contenidos de obras asignaturas curriculares.
3. La actitud del alumno ante las obras literarias.
Lo ideal seria que el niño fuese quien, en uso de su libre albedrio, escogiese la lectura más a fin a sus gustos y posibilidades, desde el momento en que el niño incipientemente revela sus preferencias. Es cuando el educador, sin demasiado dirigismo, orientara al alumno hacia las lecturas abiertas, dialogantes y liberadoras.
3.1 Vías para un posible acceso a la literatura
La integración se llevara a cabo en textos cohesionados en progresión creciente de vencimiento de dificultades. Para la formulación literaria, aconsejamos arrancar de las manifestaciones verbales infantiles, pero de aquellas que, en sus expresiones, hacen realidad la función poética del lenguaje. Y de esta literatura infantil oral, ya contagiado de belleza a la literatura infantil escrita.
3.1.1 Literatura infantil oral.
La englobada bajo el genérico epígrafe de folklore en la que el niño es participe como creador y transmisor anónimo. Al igual que el hombre, si bien en menor medida, el niño escucha, retiene o relaborar, y cuanta o canta.
- El verso popular: el verso, como denominador común, como registro unitario para los mas dispares contenidos, es de todo el folklore verbal donde la participación del niño es mas persistente y segura, por una intuitiva sujeción de la rima, al acento y la cantidad silábica, justifican mas que de sobra el uso y aprendizaje de estas composiciones verséales en la escuela y fuera de ella. Es innegable que los niños poseen un sentido de esa magia verbal que, al margen de toda significación lógica yace en las entrañas del lenguaje y que la poseía pura reclama.
- Narrativa en prosa: La creación popular más constante y crecida. La más estudiada. La que va desde el suceso realista hasta la interpretación mágica de esa realidad. Las creaciones con las que el niño oyente, sintiéndose identificado, disfruta más intensamente. Proponemos esta: realistas, maravillosos y fantásticos realistas, incluso a sabiendas de que puede ser tachada de reducido esquemáticos, pero operativa y valida a efectos de praxis pedagógica.
- Expresión dramática: A diferencia del verso popular y de la narrativa en prosa, tan abundosa y examinada, apenas hay nada parecido con respeto a creaciones tradicionales con planeamiento teatral. Manifestaciones de la literatura infantil oral son un esplendido medio, un excitante reto, de los que puede –debe- valerse el educador para acostumbrar al niño, desde las mismas escuelas infantiles al clima estético aparte otras finalidades que mas adelante encontrara en los textos literarios.
3.1.2 Literatura infantil escrita.
Traspalamos a la literatura infantil escrita lo expuesto en la literatura oral. Por lo pronto mantenemos las agrupaciones a que comprometen, en el arte literario, las tres formas naturales de la expresión humana: lirica, narrativa y dramática.
- Lirica. No siempre fácil para el autor. Son pocos los buenos poetas para niños. Y si, en cambio el verso ñoño, ramplón y ripioso. La poesía para niños, además de lo que distingue fluidez, brevedad, agilidad, musicalidad, ha de moldearse por su fineza metafórica, coincidente esto con el artificio con natural al lenguaje poético y al pensamiento del niño, que parafrasea, semejante al poeta, la realidad, no como es, sino como se la forja.
- Narrativa. El arte de narrar que, como los viejos juglares, ha de poseer el maestro. Y si al maestro no se le dio la gracia para ello, se sustituirá la narración oral por la lectura bien hecha.
- Dramática. El niño es el espectador destinatario y la obra estará construida con inspiración y oficio en soporte primordialmente literario. Tal teatro, junto a otras actividades escénicas-títeres, marionetas, juegos dramáticos, aficionara al alumno el genero espectáculo.
3.2 El papel orientador del profesor
Que ya ni siquiera, en nuestros planteamientos, es disciplina, sino actuación vehicular para sumar, con lo literario, la formación integral del alumno. Una clase de literatura debe estar concebida como una reunión de un grupo de lectores. El profesor habrá que reclamarle suficiencia orientadora formalismo didáctico especialmente y eficacia en la trasmisión de conocimientos previos, materialismo didáctico, intervendrá según situaciones o como una especie de demiurgo despertando en un niño resonancias de lo que en los libros se esconde o se proclama. Jamás la pasividad sumisa en el educador, le compete la actuación critica para elaborar o relaborar métodos y contenidos doctrinales, y ala vista de su realidad escolar nunca igual y siempre cambiante. No puede ser dogmático ni paternalista ni autoritario, su cometido no se compendiara en protagonismo. El maestro es un colaborador imprescindible del alumno en el común proceso de enseñar y aprender y en el que ambos son participes. Es dialogante con clara conciencia del respeto que debe a ala libertas del niño.
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