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CASO: CAMISERIA LA ESTRELLA


Enviado por   •  5 de Junio de 2019  •  Ensayos  •  1.799 Palabras (8 Páginas)  •  688 Visitas

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CASO: CAMISERIA LA ESTRELLA

Alonso Quijano, empleado contable de un banco local había decidido utilizar sus ahorros acumulados, en el establecimiento de un taller casero de confección de camisas. Esperaba que esta nueva actividad les arrojara ingresos adicionales, y le diese una mejor oportunidad de desarrollo profesional a su esposa, Aldonza. Ella había completado recientemente estudios de diseño y confección de ropa en una escuela por correspondencia y recibido y declinado una oferta de trabajo por B/. 250.00 al mes como diseñadora en un taller de modas en renombre en la ciudad. La señora Quijano había realizado un diseño de camisa moderna para jóvenes, al que le había dado el nombre de modelo “Travolta”. Ella y su marido habían decidido que dada la volatilidad de la moda en la industria del vestuario y el consecuente temor de acumular inventarios con el alto  riesgo de obsolescencia y vender un solo tipo de producto y trabajar únicamente contra pedido.

Inicialmente se había pensado instalar el taller en la misma casa de habitación de los Quijano, en el reparto “la mancha” ubicado en las proximidades de los principales centros de compra. Sin embargo la casa resulto ser demasiado pequeña para albergar el taller por lo que se opto instalarlo en el garaje techado de la casa de un amigo en el mismo reparto. Se convino pagarle al amigo la suma de  B/. 80.00  por mes en concepto de arrendamiento, más B/. 20.00  mensuales como contribución al pago de servicios de agua y luz.

Dos meses atrás se habían comprado seis maquinas de coser a un precio de B/. 500.00  cada una. Se esperaba que con un buen servicio de mantenimiento las maquinas tendrán una vida útil de 5 años, al cabo de los cuales se podrían vender a un precio aproximado al 10% de su valor de adquisición. Se había contratado también a un técnico de servicio quien daría mantenimiento  a las maquinas por la suma de B/. 10.00  por maquina al mes. El mismo técnico opinaba que con buen uso no deberían de gastarse más de  B/. 36.00  por maquina durante el primer año por concepto de compra de partes y repuestos. Debido a que a medida que aumenta su uso las piezas movibles de una maquina tienden a desgastarse, el técnico opinaba que el presupuesto de gastos en partes y repuestos aumentaría 10% cada año.

El taller se instalo finalmente en el garaje, colocando las máquinas en dos filas de tres, una frente a otra. En la parte interior de garaje se coloco una mesa grande de corte y revisión. Al fondo se improviso una pequeña bodega para materiales y un perchero para productos terminados al lado de la mesa de planchado y empaque.

Se contrataron seis costureras experimentadas con quienes se convino un salario de B/. 2.00  por camisa terminada y que hubiese pasado la inspección final satisfactoriamente.

La señora Quijano realizaba el corte y la inspección final así como la entrega de materiales y recepción de camisas empacadas, auxiliada en esos menesteres por una asistente que ganaba B/. 90.00  al mes.

Don Alonso llevaba la contabilidad del negocio en sus ratos libres y se encargaba de hacer los contactos de venta con los tenderos de la localidad.

Después de dos meses de trabajo, el incipiente sistema contable de los Quijano, les había arrojado cierta información de costos que Don Alonso creía podían serle de utilidad para el manejo del negocio.

Por ejemplo, había logrado determinar que el costo de la tela necesaria para confeccionar una camisa ascendía a B/.  2.50; el costo de los botones, hilos, adornos y aplicaciones era de B/. 0.50 por camisa, también se había dado cuenta que las prestaciones sociales que debía de pagar ascendían a una tasa de 25% sobre la planilla.

Aunque Don Alonso comprendía que los inicios de un negocio entrañan dificultades, no comprendía por que el taller le estaba arrojando perdidas. Las camisas habían impresionado bien a los tenderos y distribuidores que había visitado y estos habían acordado un precio de venta de B/.  10.00. Por otro lado las costureras estaban presionando fuertemente pues alegaban que aunque ellas podían confeccionar hasta cuatro camisas en un día de trabajo de ocho horas y permanecían en el taller durante cuarenta y ocho horas a la semana, el número de camisas que se les pedía hacer era muy poco y pasaban la mayor parte del día sin hacer nada. Las costureras pedían que se les diese más trabajo o que se les pusiera su sueldo de B/.150.00  al mes. Don Alonso les pidió un mes de plazo antes de considerar cualquier modificación en el sistema de remuneración.

Reflexionando sobre la situación del negocio, los Quijano temían que quizás le habían dado demasiado tiempo a los problemas del manejo del taller y el montaje de la contabilidad, a  expensas de la promoción de ventas. Ellos confiaban tener un buen producto que había sido fácilmente aceptado por los tenderos; que estaba muy a tono con la moda juvenil y que prometía  convertirse en un “producto caliente”. Sin embargo, muy pocos tenderos habían sido visitados en dos meses de operaciones y casi no se hacían visitas de seguimiento. Por otra parte, algunos tenderos le habían observado a don alonso que el empaque y la presentación de las camisas no estaba acorde con la calidad que su precio pretendía indicar.  

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