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La Formacion Del Espiritu Cientifico


Enviado por   •  13 de Abril de 2015  •  7.261 Palabras (30 Páginas)  •  207 Visitas

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El presente escrito pretende argumentar en perspectiva de Gastón Bachelard, la formación del espíritu científico como la propuesta que reconoce que en el oficio de la investigación antes que existir modelos cerrados y únicos para hacerle frente a los problemas, yace un ser humano afectado históricamente y con aquello que Aristóteles distingue como el “natural deseo de saber”. Sobre cualquier consideración que se presente para defender un método en la ciencia, se ha de reconocer que el que investiga lleva consigo la experiencia de la historia y eso es ya un motivo por el cual mirar el mundo de manera distinta a los demás.

La formación del espíritu científico que es defendida por el matemático y filósofo francés, concibe la generación de conocimiento científico como el proceso mediante el cual el investigador en la medida que amplía el horizonte de las posibilidades de conocer, se da cuenta del propio caminar. No es posible que un problema bien formulado no lleve implícita la problematización de conocimientos anteriores, esto se debe a que todo proyecto de investigación cumple una función dialéctica en la que el sujeto ocupa un lugar intermedio: orientado por la pregunta parte en búsqueda de posibles respuestas mediante la experiencia investigativa, al mismo tiempo, devela lugares íntimos de ignorancia que contribuyen al reconocimiento del Sí Mismo.

La investigación desde la presente perspectiva, debe sobrepasar la mirada instrumental desde la cual se pretende generar conocimiento (seudo-conocimiento) al margen de lo humano, que desde la intención de objetividad y neutralidad valorativa dan el permiso al investigador de desatender el compromiso emocional con lo que hace (aunque en el fondo no se percate de la ligazón que existe). La sociedad no puede confiar sólo en la masiva demostración de proyectos de investigación en curso y culminados, sino va acompañada de la transformación progresiva de la razón y la participación del sujeto como actor social.

La educación cuando se ve motivada por la formación del espíritu científico, a la vez asume la responsabilidad de considerar la generación del conocimiento como un acto progresivo de compromiso racionalista, que también implica el reconocimiento de la naturaleza íntegra del ser humano. La irracionalidad puede ser un enemigo silencioso para la ciencia cuando se subestima la influencia que tiene sobre el dinamismo psíquico. Es por ello que se articula la reflexión sobre la ley de los tres estados del alma a la discusión sobre los estados del espíritu, puesto que en compañía hacen de la investigación el camino que configura la ciencia como la estética de la inteligencia3.

El alma se convierte para Bachelard en una categoría importante desde la cual argumenta la influencia que tienen los intereses en la búsqueda de posibles respuestas a las preguntas, sea como potenciadores de abstracción científica o procesos desde los cuales se conservan obstáculos epistemológicos que conllevan al error en la formulación de teorías. Por estas circunstancias, en el presente texto se transita en medio de argumentos que articulan la formación del espíritu científico y el desarrollo del alma, en virtud del proceso mediante el cual, a decir de Philippe Meirieu: “Aprender, en el fondo, es hacerse obra de uno mismo”. Esto implica ser consciente de aquello que se consigue en medio de la investigación y aquello que se deja atrás, pero habita en la memoria, puesto que “la ciencia sin consciencia no es más que una ruina del alma”4

Investigar es un oficio que contribuye con el avance del conocimiento y la transformación de los seres humanos, así que formar el espíritu científico posee el doble valor para el investigador de reconocer que a la vez que genera transformaciones en las teorías, conoce más sobre los propios intereses y los obstáculos epistemológicos que debe psicoanalizar. Por estos motivos no es posible para un docente contribuir con la formación del espíritu científico si antes no se ha comprometido con el oficio mismo de la investigación.

La formación del espíritu científico debe ser el proceso desde el cual se cautive a las nuevas generaciones en la búsqueda constante de conocimiento y el entendimiento del contexto mundial que exige la comprensión de la dinámica de la ciencia moderna, sea para inscribirse en sus condiciones o para tomar distancia de ella, en aras de consolidar reflexiones pedagógicas que apuesten por alcanzar el nuevo espíritu científico que se encuentra a la “altura” de las propuestas de la teoría general de la relatividad, la física de las micro-partículas, la genética humana, la astronomía, la astrofísica, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la etnología, el símbolo y la mitología, la psicología de las profundidades, entre otras.

“Un educador no tiene el sentido del fracaso, precisamente porque se cree un maestro”

Gaston Bachelard.

La formación del espíritu científico a propósito del epígrafe anterior, debe comenzar por el re-conocimiento que el maestro hace sobre el estado espiritual en el que se encuentra, y a partir de allí, saber cuáles son las ilusiones que le impiden el tránsito hacia el nuevo espíritu científico. Bachelard considera5 que “la filosofía científica debe ser esencialmente una pedagogía científica”, esto implica que aquel que se comprometa en el acompañamiento de los estudiantes para la formación en investigación, debe antes que nada amar este oficio y aceptarlo tal como se presenta para la experiencia humana. La investigación no es solo un camino que se goza cuando adviene el descubrimiento de algo, porque en el proceso llegan momentos de angustia e incertidumbre en los cuales el investigador si no está convencido de lo que hace, puede abandonar el proyecto sin ningún reparo.

La formación del espíritu científico en los niños(as) y jóvenes comienza cuando el profesor es arrastrado, incluso sin su propia autorización, por enigmas que le obligan a ser resueltos mediante la investigación. Giorgio Colli en el libro “El nacimiento de la filosofía”, recrea la importancia que tiene para los griegos en la antigüedad el enigma con respecto a la emergencia de la sabiduría y dice6:

Sólo quien resuelve el enigma puede salvar a la ciudad y a sí mismo: el conocimiento es la instancia última, respecto a la cual se libra la lucha suprema del hombre. El arma decisiva es la sabiduría.

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