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Profesionalizacion Docente


Enviado por   •  27 de Junio de 2012  •  2.660 Palabras (11 Páginas)  •  533 Visitas

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Profesionalización docente y globalización

Definiciones y cuestionamientos

Mucho se habla y poco se entiende sobre la llamada "profesionalización" de los docentes en todos los niveles y grados de nuestro sistema educativo, por lo que se hace necesario definir los dos conceptos que encabezan este escrito para trabajar con seriedad.

La Teoría de los rasgos[1] determina las características que deben reunir las profesiones: autonomía y control del propio trabajo, auto organización en entidades profesionales, cuerpo de conocimientos consistentes con base científica, control en la preparación de los que se inician en la profesión, fuertes lazos entre colegas y una ética común.

Por otra parte, la globalización es un proceso que se inicia en el siglo XV con el descubrimiento de América el cual consiste básicamente, en ampliar los horizontes humanos al comunicar personas de diferentes culturas y grados de desarrollo social y económico.

Como lo demuestra la Historia Universal, el ser humano conoció primero los límites naturales de su propio grupo o tribu, organizó después aldeas, pequeñas ciudades, reinos de cinco o más aglomeraciones urbanas, etc. Los grandes imperios de todos los tiempos crecieron sobre la misma lógica: extendieron el control y la dominación de un grupo o ciudad sobre territorios cada vez más amplios. Del siglo XV en adelante, se hacen descubrimientos geográficos fundamentales y el constante desarrollo de la ciencia y la tecnología de los transportes permiten la creación de imperios mundiales como el español, el inglés y el francés.

El proceso globalizador no es nuevo, tiene cinco siglos cuando menos; el concepto es más reciente pero ronda las cinco décadas. ¿Por qué se ha puesto de moda en los últimos tiempos?

Es probable que la ansiedad globalifílica o globalifóbica esté siendo estimulada por los medios de información como la televisión abierta, por cable o vía satélite; así como por los medios de comunicación públicos y privados como las computadoras y el internet.

Además, la globalización ha generado un fenómeno específico: la regionalización.

Para tratar de sobrevivir a la competencia económica mundial, los países se han agrupado por zonas geográficas de las que existen hasta hoy tres muy bien definidas: la Comunidad Europea, que el año entrante ya tendrá su moneda común; la zona del Tratado del Libre Comercio de América del Norte y la comunidad Asia Pacífico[2].

Esto no es reconfortante para las personas nostálgicas de la vida en los tiempos en que existían un solo Dios verdadero, dos sexos y tres continentes. Tanto la globalización como la regionalización están desapareciendo las fronteras políticas y culturales, minando el poder de las autoridades centralizadoras, quitando sentido a las verdades absolutas y a cualquier tipo de certeza. Globalización y regionalización implican intercambios intensos de bienes y personas, confrontación de ideas, desaparición de las sociedades y valores tradicionales. Es lógico que se replantee el papel y la formación del docente en la nueva sociedad.

Problematización

Desde los tiempos de Ur de los caldeos y prácticamente hasta la fecha, la función docente ha sido desempeñada por sacerdotes. En Babilonia, las escuelas estaban adosadas a los templos, lo mismo en Egipto, China y entre los antiguos mexicanos.

Con la conquista española de México y América Latina las cosas no variaron . mucho: sacerdotes de diferentes congregaciones ofrecieron educación en los conventos y fundaron escuelas, seminarios y universidades bajo su control administrativo y docente.

El antepasado de la UNAM fue la Real y Pontificia Universidad de México, que sobrevivió a la independencia hasta que los liberales la clausuraron por inútil, perniciosa e irreformable. Benito Juárez y Porfirio Díaz se empeñaron en crear un sistema educativo laico, sin injerencia de la Iglesia católica pero a su imagen y semejanza. No por casualidad los primeros libros de educación cívica se llamaban catecismos políticos, por estar escritos en forma de preguntas y respuestas.

En el siglo veinte mexicano los maestros se profesionalizaron desde la aparición de la SEP en 1921 hasta antes de que Torres Bodet se hiciera cargo de la Secretaría de Educación por primera vez. La profesionalización docente en este breve período de veinte años fue posible porque los profesores eran autónomos, controlaban su propio trabajo, se organizaron en cuerpos profesionales y políticos voluntariamente, los conocimientos que impartían pretendían ser científicos, educaban ellos mismos a sus colegas más jóvenes, con quienes formaban fuertes lazos políticos y emocionales, reforzados por una ética común.

No obstante las cosas cambiaron con Torres Bodet; en nombre de la Unidad Nacional todos los trabajadores de la educación administrada por la SEP fueron afiliados al SNTE, una organización tan combativa que jamás ha hecho una huelga.

Después del movimiento magisterial de 1956 - 1958 se comenzó a insistir en la necesidad de "profesionalizar" a los docentes señalando que muchos no habían obtenido un título de normal o licenciatura, con lo que se sugería que profesionalizarse equivalía a credencializarse.

Como la obtención de credenciales responde a un esfuerzo individual y tiene resultados diferentes para todos los involucrados en la enseñanza, se rompe de hecho la solidaridad gremial y comienza una competencia individualizada entre antiguos colegas. La imposición de la llamada carrera magisterial en años recientes tiene la misma lógica y persigue objetivos semejantes.

Hay indicios de políticas similares en la educación superior. En 1950 México tenía treinta y cinco mil estudiantes universitarios, en 1960 eran setenta y ocho mil y en 1970 ya alcanzaban la cifra de doscientos cuarenta y siete mil seis cientos. A principios de la década de los años ochenta la cifra ascendió a cerca de novecientos mil, en 1990 fueron alrededor de un millón doscientos mil y para el año 2000 la cifra excedió a los dos millones cien mil[3].

Hasta principios de los setenta, la docencia universitaria era impartida por profesionistas de diversas disciplinas que vivían del ejercicio autónomo de su profesión, e impartían seis o nueve horas de clase a la semana por el sólo gusto de hacerlo y obtener además el prestigio de ser nombrados profesores universitarios. Sin embargo el crecimiento desmesurado de la población y la matrícula, obligó a las instituciones de tercer nivel a contratar en los

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