La Practica Docente

. La práctica docente

El objetivo de todo maestro debe ser mejorar la práctica docente, es decir, volverse competente, esto incluye el actualizarse de manera constante, no quedarse con lo que se sabe, si no ir más allá de un simple conocimiento, contar la experiencia a otros y escuchar las acciones que se han trabajado para atender situaciones problemáticas en el aula (Zabala, 1998). Como futura maestra consideré de medular relevancia revisar teorías y aplicarlas en el aula, siempre acordes a las características de los alumnos.

Elliot (1999) propone al maestro reflexionar sobre su práctica, investigar un problema real, buscar teoría para cambiar y mejorar lo que se hace; sugiere utilizar la observación, avanzar hacia la comprensión para poner en práctica nuevas estrategias que modifiquen algún problema de aprendizaje. Lo anterior lleva a comprender la importancia de la capacidad de análisis, que permita al docente mejorar cada día en su trabajo en el aula.

En ese sentido la práctica docente se define como el desempeño del maestro en el salón de clases, está determinada por diversas variables que inciden en el aprendizaje de los alumnos; entre ellas la planificación, misma que se realiza a partir de los conocimientos previos de los alumnos; la intervención en el aula y la evaluación entendida como un proceso continuo y trabajado con base en secuencias de actividades didácticas. Éstas implican tres momentos antes, durante y después con inicio, desarrollo y cierre. La Reforma Integral de Educación Básica (RIEB, 2009) sugiere privilegiar el uso de proyectos didácticos cuyas secuencias inicien con la selección de un tema (aquí los alumnos pueden elegir), planificarlo, investigar en distintas fuentes y procesar la información, utilizar distintas estrategias para socializar el tema y evaluar desde el inicio hasta el final de las actividades. En la experiencia desarrollada en la escuela primaria se siguieron las sugerencias aquí analizadas.

En ese sentido la docencia presenta múltiples dimensiones que atraviesan la enseñanza y el aprendizaje. Por ejemplo es un reto para el maestro el diseño y la implementación de secuencias didácticas (la manera de encadenar y articular diferentes actividades que lleven al alumno al aprendizaje); el papel del profesor y del alumno, es decir las relaciones que existen entre ellos y el grado de comunicación que posibiliten la apropiación de conocimientos; las estrategias didácticas, que éstas concuerden con las necesidades de aprendizaje; las formas de agrupamiento y organización social de la clase; es decir favorecer el trabajo colaborativo, en equipo para que los niños convivan, trabajen y se relacionen; la utilización de los espacios y el tiempo. Es necesario que éste sea adaptable a las necesidades educativas y no rígido sin opción a modificaciones; la manera de organizar contenidos, éstos están sujetos a la estructura formal de las disciplinas, o bajo formas organizativas centradas en modelos globales o integradores; el uso adecuado de los materiales curriculares y su adecuación dependiendo de las características de los alumnos y la evaluación, concebida como un proceso cualitativo y cuantitativo no como una calificación, orientada a valorar las habilidades, actitudes, conocimientos y valores.

Como reflexión puedo comprender que la práctica docente, no sólo es pararse y explicar un tema propuesto en el programa, si no que va más allá, requiere buscar por todos los medios para que el alumno se apropie de los conocimientos y alcance las competencias.

Según Escudero y otros (1997) el programa comprende todo lo que el alumno tiene que aprender (habilidades, conocimientos, actitudes y valores) para lograr las competencias. Explica que algunos maestros se preocupan más por abarcar todos los contenidos sin valorar los aprendizajes de los alumnos y reflexionar sobre la propia práctica.

Barth (citado por Escudero, 1997 p. 86) refiere que “Una de las claves para mejorar la práctica docente, es la capacidad de observar y analizar las diferentes conductas, tareas y actividades en el aula, encontrar las deficiencias y hacer modificaciones continuas a la enseñanza. Es decir se necesita tener capacidad de relacionar la actuación en clase con lo que otros profesores están haciendo en las suyas, por ello las academias y colegiados son muy valiosos.

El trabajo conjunto apoya la práctica porque lleva a conocer cómo otros maestros están atendiendo las necesidades de los alumnos. Dewey (citado por Escudero, 1997 p. 86) definió la educación como la reconstrucción o reorganización de la experiencia que da sentido a la misma y aumenta la capacidad para dirigir el curso.

En este proceso de reflexión de la práctica, el autor propone primero reconocer el error, luego explicar, después reflexionar, pasar a la reconstrucción mediante la búsqueda de teorías, el análisis de experiencias de otros, la propia y la puesta en práctica. Sugiere partir de estos cuestionamientos; en cuáles aspectos de mi enseñanza me puedo sentir contento y qué aspectos debo cambiar para mejorar, es decir qué es lo que tengo a mi favor y lo que quiero cambiar; estas interrogantes no tienen por qué quedarse en el aula, sino llevarlas a otros contextos, por ejemplo compartirlas con otros compañeros. Aquí se propone

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